¿Has escuchado la voz de Dios? Un domingo común y corriente, en 2013, fui a la iglesia de un amigo mientras estudiaba un semestre de intercambio en Costa Rica. Llegamos a la iglesia y los músicos empezaron a cantar minutos antes de que el culto iniciara. No llegué al culto esperando escuchar a Dios. No llegué siendo un santo. Llegué siendo un universitario intentando entender el plan de Dios en mi vida, especialmente cuando se acercaba la graduación.

Imagino que varios de los lectores del blog pueden identificarse con esa experiencia. Estoy tan agradecido por ese día porque me ayudó a seguir adelante con el proyecto de vida que Dios tenía pensado para mí, y me llevó a trabajar seis años con la CECE.

En este tiempo, me he encontrado con varios «últimos», llegando a la finalización de mi contrato con IFES. Hace unos meses tuve mi último Campamento Nacional; hace pocas semanas tuve mi último estudio bíblico con un Grupo Universitario; y en estos próximos días tendré mis últimos momentos como Asesor Pastoral y Líder del Equipo Nacional de Comunicación de la CECE.

Al reflexionar en todo este proceso de transición, y en todas las fronteras que constantemente hay que cruzar, quiero dejarles con seis aprendizajes – uno por cada año de trabajo con la CECE. Espero que mis aprendizajes te animen, te desafíen y te bendigan.

  1. Trabajar con intención por el legado del Reino de Dios. Muchas veces, es fácil olvidar el impacto que tenemos. Al trabajar con la CECE en crear procesos, formar líderes y diseñar recursos de discipulado y evangelización, es importante recordar el legado que estamos dejando. No importa cuál sea tu rol en la CECE – Asesor, miembro de la Junta Directiva, Coordinador, Profesional de Apoyo, participante de un Grupo Universitario o Núcleo de Profesionales – todos tendremos impacto en el Reino de Dios. ¿A quién estás discipulando? ¿Cómo estás impactando a tu comunidad?
  2. Siempre estar dispuesto a aprender. Eso aplica en muchos sentidos, pero pensando en mis primeros meses aquí, me desafíe a solo aprender, o, mejor dicho, desaprender mis maneras de hacer las cosas. He intentado mantener esta disposición en la vida, deseando primero escuchar y aprender, antes de hablar e implementar (sigo aprendiendo esto, por si acaso). Esa actitud te ayudará en situaciones interculturales, intergeneracionales e incluso interdenominacionales. ¿Cómo puedes aprender a escuchar primero? ¿Qué quiere enseñarte Dios en esta situación?
  3. Comprometerse con la misión lleva sus propios dolores. Hay muchos textos bíblicos que podemos explorar con este tema (¿y si hacemos estudio con el Método Inductivo? 😉), pero te contaré desde mi experiencia. Al decir sí a Dios, tuve que despedirme de mi familia, de mi comunidad, de mi cultura. Al decir sí a Dios, tuve que desacomodarme en muchas maneras. Incluso en el tiempo que «llegué», igual costaba despedirme de amigos que conocí aquí que se fueron a otros países, aprender a vivir con cierto nivel de soledad y siempre ser el extranjero (sin importar cuan bien bailo salsa). Seguir a Jesús tiene costos, para muchos esto no es una sorpresa (perdón por el spoiler si no lo sabías). Los costos pueden ser muchos, pero invertir tu vida en algo con tanto propósito vale la pena.
  4. Invertir en tus relaciones interpersonales para construir una comunidad que te acompañará. Siguiendo el punto anterior, aprendí a invertir más en mi comunidad. Tomé un rol más activo en construir mi comunidad. ¿Sabías que tú puedes construir tu propia comunidad? Las personas en nuestro alrededor, en nuestro «círculo interno» son los que más nos van a acompañar y ayudar en los tiempos buenos y malos. Hay que ser intencional en construir nuestra comunidad ahora, para tener este apoyo después. ¿Has tomado el riesgo de acercarte a alguien que quieres que sea parte de tu comunidad? ¿Quién podría ser?
  5. Luchar para ser verdaderamente conocido por tu comunidad. Una vez que tengas una comunidad, es importante que seas verdaderamente conocido por esta comunidad. Hay cosas que no compartimos con todos, y eso está bien, pero hay algo hermoso en ser totalmente conocido por tu comunidad. Tener personas con quienes puedes ser realmente auténtico, donde no tienes que llevar ninguna máscara. Temas de comunidad no podemos forzar, pero confiamos en que Dios tiene esa comunidad para nosotros. Hasta mientras aprendamos de nuestro tiempo a solas, trabajemos en temas personales que queremos tratar con el Señor, conozcámonos a nosotros mismos para ser los mejores amigos que podamos ser cuando llegue el tiempo. ¿Qué necesitas que tu comunidad sepa de ti? ¿Cómo puedes ser auténtico contigo mismo y con ellos?
  6. La misión continuará en las manos de Dios. Ese último aprendizaje es lo que me está dando mucha paz en esta transición. Leyendo el libro de Hechos, veo las obras de Pablo y Pedro (entre otros) y descanso en el hecho de que la misión sigue hasta el día de hoy. Me ayuda a caminar hacia adelante en este próximo capítulo de mi vida, recordando que Jesús es el protagonista, no yo. Dondequiera que vayamos siempre podemos confiar en este hecho mientras buscamos los próximos pasos.

Estoy escribiendo este blog en una cafetería desde donde puedo ver las cimas del Cayambe, Antisana y Cotopaxi, agradecido por las mil experiencias que Ecuador y mi trabajo en la CECE me han regalado durante estos años. Mi tiempo en la CECE y en IFES me ha desarrollado más de lo que puedo entender y me ha desafiado a cruzar fronteras – geográficas, culturales, generacionales, profesionales, étnicas, y más – para vivir y compartir el Evangelio. Espero que seamos una comunidad que cruce fronteras por muchos años más.

Las palabras se quedan cortas para expresar todo que me han enseñado. Desde la profundidad del corazón les agradezco por tanto y pido a Dios que no sea un adiós, sino más bien un hasta luego.

Brett Schaffner

Brett trabajó con la CECE por seis años, de 2015 a 2021, como Asesor Pastoral en Quito (USFQ, EPN, UPS Girón, UPS Sur, UCE Ciudadela). Fue Líder del Equipo Nacional de Comunicación y sirvió en el Equipo Nacional de la CECE por tres años. Brett nunca diría no a un café, sin importar la hora, especialmente si el lugar es pet-friendly para que lleve su perrita salchicha, Quinara.

Brett Schaffner