Un término central (en mi opinión el término central) del libro de Apocalipsis es la esperanza. Pero para ser sincero, la esperanza, desafortunadamente, a veces se siente como una teoría vacía. La vida es frágil, el futuro incierto, la situación política inestable, la salud más amenazada que nunca, el mercado laboral en rápida evolución, el medio ambiente cada vez más contaminado, etc. Como padre, también me pregunto: «¿En qué tipo de mundo crecerán mis hijas, o quizás algún día mis nietos? ¿Dónde está la esperanza ante tanta desesperanza? Incluso como cristiano, a veces me resulta difícil vivir según el “No tengas miedo”.

Me gustaría compartir una experiencia personal, en relación con la salud de mi esposa Doni. Desde aproximadamente un año ella tiene una enfermedad que se llama Anemia Aplásica (AA) con clon de PNH. Debido a esta enfermedad tuvimos que salir de Ecuador en octubre para unirnos al sistema público de salud aquí en Alemania. Hasta entonces, habíamos colaborado con la CECE en el norte del país. Hasta ahora hemos tenido contacto con estudiantes y profesionales. Nos duele mucho no poder estar allí ahora para apoyarlos. Durante algunas semanas se planificó una terapia, que se llama ATG (Antithymozytenglobulina), eso es una infusión de una semana con un catéter venoso central (entre cuello y corazón), con un año de tratamiento subsecuente en forma de pastillas. Este tratamiento es largo y estresante, sin embargo el resultado lamentablemente muchas veces es solo algo satisfactorio. A pesar de los efectos secundarios, en el caso de Doni, mi esposa, el tratamiento hubiera sido recomendable, porque sus plaquetas están permanentemente entre 30. y 40.000. (un año atrás tenía 300.000). El tratamiento fue aprobado por el médico responsable del Hospital y aprobado por el seguro. El jueves (31.01.18) debería comenzar. Una semana internado, cuatro infusiones de 18 horas cada una, junto con cortisona para la compatibilidad del ATG, un protector estomacal para la compatibilidad de la cortisona y algo más para la compatibilidad del protector estomacal. Mi suegra estaba con nuestras niñas, y un cuarto en el hotel estaba reservado para mí.

Llegamos al hospital, y sí, de alguna manera tuvimos paz sobre la situación, pero aun así buscamos la cercanía de Dios, una y otra vez en la oración, agradecidos por cómo nos muestra su amor, orando también de nuevo por la sanación. Más tarde, estuve meditando en el Salmo 23 casi toda la noche, orando y llorando mucho, clamando por sanidad por mí esposa, ya que el tratamiento que le iban a hacer poco a poco me empezaba a asustar mucho.

Para retomar aquí el tema de la esperanza: Desde el punto de vista humano, no había esperanza de una alternativa, porque desde hace medio año sus valores sanguíneos habían caído permanentemente.

Bueno, llegando al Hospital otra vez en la mañana, me di cuenta de que en el cuarto de Doni había un cuadro en la pared con «pastos verdes y aguas tranquilas», es decir, del versículo que había orado durante horas en la noche. Por eso, seguía orando, (y seguramente muchas personas más conmigo).

Finalmente, Doni vino a su cuarto del hospital, donde yo estaba esperándole, y me dijo que el equipo de doctores había suspendido el tratamiento, más o menos un minuto antes de empezar a poner el catéter, porque sus niveles de sangre eran demasiados buenos como para hacer el tratamiento. Inexplicablemente, en lugar de 35.000, de repente tenía 70.000 trombocitos. En este momento, recordé que antes del último análisis de sangre, (probablemente por la mezcla adecuada de fe e insensatez) dije espontáneamente: Si los trombocitos están a 70.000, no hacemos ningún tratamiento. En vez de quedarnos una semana, poco después salimos del hospital por la entrada posterior, donde el carro estaba para cargar la maleta. Con letra gigante estaba escrito en una pared: “Te bendeciré y serás una bendición” (no era un hospital cristiano por si acaso). Luego pasaron muchas cosas más que nos dieron ánimo y confianza.

Estamos tan agradecidos por todas las oraciones de muchos hermanos en todo el mundo. También estamos agradecidos que Dios en su amor nos da un ejercicio práctico, para que nuestra esperanza se convierta de un concepto teórico a una fe inquebrantable y práctica. Sí, tenemos nuestras propias responsabilidades. Somos co–creadores. Y también tenemos que confiar en parte en los médicos, los profesores universitarios, los políticos y los empresarios. Pero la verdadera esperanza no puede ser encontrada en el ser humano a menos que Dios se la haya dado.

Estamos agradecidos por el sistema de salud, los medicamentos, los laboratorios y los médicos. Pero nuestra esperanza es otra. En el trono hay uno. “Y luego yo fui en el Espíritu; y he aquí, un trono que estaba puesto en el cielo, y uno sentado sobre el trono.” (Ap 4:2) Con Él en el trono podemos enfrentar el futuro, no importa si se trata de la salud, del medio ambiente, del país, de nuestro trabajo o de nuestros descendientes.

Para mí es un alivio demasiado grande que por el momento Doni no tiene que hacer este tratamiento. Primero lloré lágrimas de angustia y suplicación, luego de alivio, gozo y agradecimiento delante de Dios. Me faltan las palabras para expresar mi gratitud por el amor que Dios nos está mostrando.

Muchísimos saludos desde Alemania, que Dios les bendiga. ¡Hasta luego!


Andreas Schiller y su esposa Donata sirvieron en Ibarra hasta el año 2018 como misioneros de la Misión Liebenzel colaborando con la CECE. Con la ayuda de ambos se establecieron grupos universitarios en la Universidad Técnica del Norte y en la Universidad Yachay.