Hoy compartimos con ustedes parte de la exposición bíblica de Ricardo Borges, durante el Campamento Nacional, explorando 1 de Corintios 2. Un desafío y ánimo especial para ver cada área de nuestras vidas a través de los lentes del Evangelio.  

Pablo nos enseña en la primera carta a los Corintios que es necesario discernir espiritualmente todas las cosas. En ese camino, era necesario depender de lo que había sido entregado por Dios a los cristianos en Corinto, a confiar en lo que vino de Dios y no de ellos mismos: el poder de Dios, el misterio de Dios, la revelación de Dios y el Espíritu de Dios. 

El poder de Dios porque Pablo no se afianzó en su propia fuerza, sabiduría o habilidad. Pablo confió en la “demostración del poder del Espíritu” (1 Cor. 2:4). Esa es la clave, recibir, y no controlar, no manipular, como si el Evangelio fuera algo bajo nuestro control, que dependiera de nuestra retórica, sabiduría o elocuencia. 

Ese camino también requiere reconocer el misterio de Dios. Pablo nos habla: “ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman” (1 Cor. 2:9). En otras tradiciones cristianas, como la ortodoxa oriental, esta dimensión de acercarse a Dios como misterio es algo que quizás necesitamos recuperar en nuestra tradición protestante occidental. En esa, hemos sido marcados por el racionalismo, por las certezas. Con eso, nos olvidamos de que a menudo tenemos que acercarnos a Dios con asombro, quitándonos las sandalias de los pies, con la perspectiva de que aquí estamos entrando en algo muy sagrado, el Dios todo-otro, que sí me habla y se me revela. Sin embargo, sólo llego a comprender aquello que él me revela graciosamente de sus pensamientos, que son mucho más profundos de lo que yo pueda siquiera imaginar. 

Por eso Pablo nos dice que dependemos de la revelación de Dios. Para Pablo estaba claro que él y los corintios sólo podían entender estas cosas porque Dios había decidido bondadosamente hablarles, revelárselas. La fe cristiana es una fe en un Dios que habla, que por amor decide comunicarse con sus criaturas, revelar los propósitos de su mente y el corazón para nosotros y para toda su creación. 

Para Pablo, el Espíritu de Dios es clave para ayudarnos en este viaje de conocimiento y discernimiento. También Pablo iguala eso de tener el Espíritu de Dios con tener la mente de Cristo. 

Tener la mente de Cristo, o ser guiados por el Espíritu, tiene que ver con discernimiento moral, con una manera de vivir que es centrada en Cristo, dependiente de la vida en comunidad, y profundamente misionera, porque esa vida es ofrecida a todos. 

En toda la carta vemos que hay dimensiones éticas y pastorales importantes. En ellas reconocemos que mis derechos y necesidades no son las cosas más importantes. Por eso incluso debo dejar a un lado mis intereses si eso significa que otros podrán conocer más de Cristo y de la vida que Él ofrece. 

El amor, y no el poder o la dominación, será la clave para saber cómo debemos vivir en el mundo, en todas nuestras relaciones. Edificar a toda la comunidad, vivir para el bien del otro, para la salvación del otro.  Sobre los dones, ¿cuáles serían los mejores? De hecho, serán los que promueven la edificación de toda la comunidad. 

Por eso necesitamos siempre del Espíritu, de su Palabra revelada, de humildad, de la comunidad, para ir discerniendo, comprendiendo, revisando, buscando cómo vivir de manera justa y adecuada ante todos los diversos desafíos concretos de nuestra realidad. El Señor es bueno, su Espíritu está presente y por eso tenemos esta confianza y esperanza que él nos guiará en todo. 

Que caminemos con estos lentes, palabra y acción, en nuestra misión en la Universidad, trabajo, iglesias, amigos y familia. Les animamos a estar atentos en los siguientes días a nuestro canal de Youtube para escuchar las exposiciones completas del Campamento Nacional. 

Ricardo Borges

Ricardo Borges

Ricardo sirve como Secretario para el Compromiso con las Escrituras en la IFES. Es brasileño. Sirvió 7 años en Uruguay con el movimiento estudiantil y 14 años en Brasil. Formó parte del equipo regional de IFES en América Latina. Es Ingeniero Agrónomo, tiene estudios en Biblia y Estudios Culturales, también un Máster en Liderazgo.  Ricardo vive actualmente en São Paulo, Brasil, junto con su esposa Ruth y sus hijas Ana Júlia y Carolina.