¿Dónde está Dios los lunes? No sé si te has hecho está pregunta; para ser honesta, yo tampoco la he hecho, pero en lo profundo de mi corazón puede ser que sí. ¿Por qué? Porque me da pereza empezar la semana, porque pasé tan bien con mis amigos y sirviendo en la iglesia que ya no quiero volver a mi vida secular, porque quisiera que el fin de semana tenga un día más para descansar y dormir, etc. Seamos honestos, ya sea que trabajes o estudies o hagas las dos cosas, el lunes es el peor día de la semana.

¿Dónde está Dios los lunes? Es el título de un libro que estamos estudiando en el Núcleo de CECE Profesionales, los días lunes. El objetivo principal del libro es ayudarnos a vincular nuestra fe con el trabajo de cada día y a continuación quiero compartir tres aprendizajes que me han ayudado a que el lunes ya no sea el peor día de la semana.

Lo que no sabía es que siempre estoy trabajando y no solo yo, ¡todos trabajamos los 7 días de la semana  las 16 horas que nos encontramos despiertos! Normalmente entendemos a trabajo como las actividades que realizamos a cambio de una remuneración, pero en realidad no es así, trabajo es un don de Dios que implica todas las actividades físicas y/o mentales que realizamos para beneficio mío y el de los demás. Lavar los platos, arreglar mi cuarto, cuidar a mis mascotas, estudiar, hacer mis tareas, todas esas actividades son trabajo y son don de Dios, este fue mi primer aprendizaje.

Para aquellos que ya tienen un trabajo bajo dependencia y cumplen horarios de trabajo como yo, evolucionan a preguntarse lo siguiente: ¿Por qué tengo que trabajar?, ¿En realidad lo necesito?, ¿Por qué es necesario?, ¿De dónde salió el concepto de trabajar? Y la primera respuesta que se viene a la mente es que, debemos trabajar porque es un castigo de la caída, que si Adán y Eva no hubieran pecado, nosotros viviríamos en un mundo maravilloso sin trabajo y sin responsabilidades. Pero estamos totalmente equivocados, digo estamos porque yo pensaba igual. El trabajo nace mucho antes de eso, el trabajo nace en la creación y quien creó el trabajo fue el mismo Dios. Dios en sí es una persona trabajadora, desde el primer versículo del Génesis vemos esto: “En el principio creó Dios…” Creó, es decir hizo los cielos y la tierra, durante toda la creación vemos a Dios trabajando, así que el trabajo no es un castigo de la caída, Dios quiere que trabajemos porque nos hizo a su imagen y semejanza y si Él trabajó, pues, nosotros también, este fue mi segundo aprendizaje.

En base a esto hemos sido creados para trabajar en compañerismo con Dios, fuimos hechos para reflejar lo que Él es, su naturaleza es ser un Dios trabajador por lo tanto ser trabajadores debe formar parte de nosotros. Con las actividades que realizamos nos volvemos en compañeros de trabajo con Dios, porque “Dios tiene un trabajo para nosotros, Él quiere nuestra ayuda para alcanzar sus propósitos. Su intención es que lleguemos a ser sus compañeros en el trabajo” (¿Dónde está Dios el lunes?, p.17). Alcanzar los propósitos de Dios, por eso trabajamos y realizamos actividades y sobre todo sigamos el mejor ejemplo de una persona trabajadora: ¡Dios!, este fue mi tercer aprendizaje.


Por Daniela Larrea
18 de marzo, 2018

Daniela Larrea se graduó como Ingeniera en Negocios Internacionales (UDLA). Actualmente trabaja en ConQuito como Técnico de Emprendimiento e Innovación. Es miembro de la Iglesia ACM El Batán. Desde que era universitaria ha participado activamente de la CECE.