Llevando a Dios al trabajo

Un grupo de maestras nos reunimos al finalizar clases en la escuela primaria, y ésta es una de las tantas preguntas que he escuchado cuando el cansancio nos agobia: ¿Es el trabajo un castigo de Dios por la desobediencia de Adán y Eva?

Después de explorar Génesis 1 y 2 en el grupo de profesionales de la CECE (Comunidad de Estudiantes Cristianos del Ecuador) he podido aclarar estas interrogantes con gran esmero.  El trabajo no nace con la caída, ni mucho menos es castigo divino, sino mas bien estuvo presente desde antes del nacimiento del ser humano. La semana de la creación fue una semana en la que Dios trabajó, pues Él: creó, se movía, hizo, produjo, puso, bendijo, formó, plantó y finalmente reposó; entonces Él en sí, era un trabajador.

Explorando el tema con mis compañeras surgen nuevas expectaciones sobre lo que verdaderamente es un trabajo, por ejemplo: ¿Es realmente trabajo las tareas que Dios puso a realizar a Adán y Eva en el huerto del Edén? Pues no se comparan en nada a las labores de la actualidad. Definamos primero ¿Qué es el trabajo?

John Scott define al trabajo como “la inversión de energía (manual, mental o ambas) al servicio de otros lo que concede plenitud al trabajador, beneficios a la comunidad y gloria a Dios.

Después de leer este concepto hemos aclarado aún mas nuestras ideas. Entonces sí! labrar la tierra, poner nombre a los animales, lavar, planchar o cocinar también son trabajo incluso las que aparentan no necesitar esfuerzo alguno como leer. Pero entonces, ¿por qué el trabajo se ha vuelto tan pesado y muchas veces renegamos del mismo? Si bien es cierto que el trabajo no es resultado de la caída, sí fue afectado grandemente por la misma en nuestra relación con Dios, en la relación con nosotros mismos, en nuestra relación con los demás y en nuestra relación con el resto de la creación.

La ruptura de estas relaciones nos ha mantenido en estados graves de depresión y estrés; y al planeta con todo tipo de desastres ecológicos. La buena noticia es que Dios quiere poner orden sobre todo este caos.

  • Primero: deja que Dios redima tus propias actitudes y valores y así desempeñaremos el trabajo con valor y significado, seguramente Él usará nuestra aptitudes para transformarnos y a otros a través nuestro.
  • Segundo: mira las cosas con los ojos de Dios teniendo claro que Él obra también en lo cotidiano y lo mundano; ninguna situación está excluida de sus propósitos.
  • Tercero: tómate un tiempo para descansar, recuerda que Dios mismo descansó en el séptimo día. El trabajo y el descanso son caras de una misma moneda.

Al finalizar este interesante conversación con mis compañeras, respiramos profundo, nos miramos y sonreímos pues nuestra labor debe continuar mañana, pero ahora con una mejor visión de lo que debe ser el trabajo en nuestras vidas. Sin embargo les dejo con una conclusión que en mi opinión salió desde lo mas profundo de nuestro ser.

“El mundo estaría mucho peor sin la mano redentora de Dios.”


Por Geovanna Rivera
11 de marzo, 2018

Geovanna Rivera se graduó como Licenciada en Turismo y posteriormente como Licenciada en Docencia en Inglés (UCE). Actualmente es docente de primaria en el Colegio ISM de la ciudad de Quito. Junto a su esposo, Luis Flores, son miembros de la Iglesia ACM La Luz. Ambos desde que eran universitarios han participado activamente de la CECE.