Años atrás, cuando escuchaba “apocalipsis” venían a mí, muchas ideas de destrucción y tenebrosas. Tales pensamientos me alejaban del libro y lo descartaba como a un rompecabezas desagradable y difícil de armar. Fue hasta el año anterior que empecé estudiarlo y comprendí que Dios nos dio este libro para fortalecer nuestros corazones y armarnos para los conflictos diarios, y no para generar pesadillas sobre la tribulación o satisfacer nuestra curiosidad sobre el futuro.

Al leer Apocalipsis reconocemos varios estilos literarios, dentro de estos está el denominado “Carta”. En el capítulo 1: 4-7 y 22:21, notamos un formato epistolar, encontramos un prólogo, con un saludo inicial, precedido de la presentación del autor y la indicación del destinatario y un epilogo con la despedida. Cuando los apóstoles escribían una carta siempre existía una necesidad específica a abordar y estas se daban como una respuesta pastoral práctica. Así que para interpretar este libro debemos conocer el contexto histórico de la iglesia.

Cuando se escribió Apocalipsis (92 D.C) la iglesia afrontaba persecución (1:9; 2:10; 6:9). Los cristianos de la época se negaban a dar culto al emperador Domiciano por lo que podían ser exiliados o incluso ser mártires. Es por esto que Juan, inspirado por el Espíritu Santo, escribió un mensaje de esperanza, aliento, corrección y dirección.

Al estudiar Apocalipsis vemos los problemas de la vida en perspectiva. Muchas veces dejamos que nuestro ánimo disminuya, basados en lo mal que se ven las circunstancias. Pero en Apocalipsis encontramos visiones paradójicas. Miramos a Cristo como un cordero sacrificado y como el triunfante León de Judá (5: 5-10). Cuando los mártires derramaron su sangre, parece que sus asechadores han ganado (11:7), pero los mártires son los verdaderos vencedores por medio de la sangre del Cordero y de su testimonio (12:11).

Apocalipsis nos invita a resistir mientras sufrimos, los cristianos estaban sometidos a toda clase de tribulación (2:9-10, 13), pero Jesús no promete una salida sin dolor, promete su presencia en medio de ellos (1:13). Y con esa promesa nuestro Rey nos llama a soportar con paciencia nuestras tribulaciones (1:9; 2:10, 13, 25; 3:8, 10; 14:12).

Apocalipsis nos llama a permanecer fieles, la iglesia al estar expuesta a falsas doctrinas (2:15, 20), adoptó comportamientos paganos, llevando a cabo actos de impureza sexual e inmoralidad (2:14). Antes estos actos, Juan nos invita a mantener nuestras vidas y corazones fieles al Señor (3:4-5; 7:9, 14; 14:4; 19:7-8; 22:14-15).

Apocalipsis nos revela a Jesús en su verdadera gloria, tal como en Daniel 7, él es el Hijo del Hombre, quien por medio de su resurrección obtuvo las llaves de la muerte (1:18), él es el León de Judá quien redimió a gente de todo el mundo (5:15). Él, quien es digno de alabanza (4:11), es el general de los ejércitos del cielo quien cabalga en contra de sus enemigos (19:11), defendiendo a su iglesia y destruyendo al dragón y a la bestia (19:20). Nuestro campeón nos llena el corazón de esperanza cuando nos dice “Ciertamente vengo pronto” para consumar la historia y nosotros decimos: “Amen; ven, Señor Jesús” (22:20).


Daniel Castillo es asesor de la CECE Quito, su tarea es acompañar los grupos de la Universidad Técnica del Norte y la U Yachay en Imbabura. Es ingeniero químico de profesión y se congrega en la Iglesia La Fuente.