Mi admiración por Bernie Sanders fue negativamente afectada por su paso en falso o metedura de pata: llamar a un control natal de la población por parte de los pobres del mundo como una manera de reducir el cambio climático.

No dudo de que los pobres necesiten una mejor educación en salud y acceso a métodos anticonceptivos confiables, pero no porque de esta manera podamos controlar el cambio climático causado por el calentamiento global antropogénico, es decir causado por el ser humano. Y, como Sanders muy bien conoce, si los pobres tienen familias numerosas es debido a que los hijos son un medio de sustento. Por lo tanto, el hablar de control natal no puede estar divorciado de enfrentar las causas de raíz de la pobreza endémica. Y el cambio climático, más que ser causado por los pobres, está llegando a ser un factor mayor en la perpetuación de la pobreza en los países, así como en las familias.

Aquellas personas que más sufren por causa del calentamiento global y de los resultantes severos eventos climáticos, son los menos responsables por esto. Una sexta parte de la población mundial es tan pobre que no llega a producir significativas emisiones de carbono del todo. Sin embargo, estas personas están siendo injustamente acusadas debido a que su tasa de natalidad es más alta que aquella que tienen los ricos. El asunto no es población sino consumo adictivo y prácticas no sostenibles de generación de energía por parte de los ricos.

Sin embargo, de que la tasa de crecimiento de población en Bangladesh es 50 veces más que del Reino Unido, cada nuevo consumidor británico usa 45 veces más combustibles fósiles que cada bangladesí. Familias en India que ganan menos que $65 usd al mes usan solo una quinta parte de la electricidad por cabeza y solo una séptima parte del combustible para transporte que aquellas familias que ganan más de $65 usd. Aquellos que duermen en las calles usan casi nada. El ambientalista británico George Monbiot alguna vez dijo que un dueño de un super yate hace más daño a la biósfera en 10 minutos de navegación que la mayoría de africanos lo hacen en toda su vida.

La espeluznante destrucción de la Amazonía y otras selvas que son los “pulmones” del planeta solo esporádicamente logran estar en los titulares de primera plana en las noticias. Incluso mientras escribo, más de 15,000 incendios están afectando solo el bosque amazónico. Los gobiernos en la región han fallado en acatar las advertencias dadas por grupos ambientalistas por muchos años. Campesinos ignorantes talan bosques para cultivar soya (sesenta por ciento de la producción de soya en Brasil está financiada por tres agroindustrias estadounidenses); y grandes conglomerados industriales de minería y explotación forestal han recibido un cheque en blanco por el actual gobierno de extrema derecha en Brasil. Estos bosques moralmente pertenecen a la humanidad como un todo y no a ningún estado nación, pero no tenemos mecanismos de gobernanza global para hacer cumplir esto.

Para las comunidades pobres por todo el mundo en desarrollo, quienes ya están luchando con salarios inadecuados, degradación ambiental y pobre infraestructura, la mayor frecuencia de eventos climáticos dramáticos significa menos tiempo para su recuperación y un giro más rápido en la espiral descendente de la pobreza. Comunidades pobres ya se están adaptando al cambio climático. Pero no están completamente conscientes de la velocidad a la cual el clima está cambiando o cómo esto directamente los afectará. Aquí es donde actores de fuera pueden asistir con mejorar el desarrollo de su preparación para desastres.

La enseñanza cristiana clásica sobre castidad sexual es a menudo objeto de burla por las actuales élites liberales, así como lo era en los días de la iglesia primitiva. Pero, mientras reconocían que un matrimonio bien ordenado era preferible a un celibato desordenado, algunos de los grandes teólogos de la iglesia animaban al celibato no como una virtud en sí mismo, sino porque ponía un alto el ciclo sin fin de la reproducción social. En su magistral obra El Cuerpo y Sociedad: Hombres, Mujeres y Renuncia Sexual en el Cristianismo Primitivo, el eminente historiador Peter Brown apunta el desafío radical del celibato al establecido y dado por sentado mundo de la competencia cívica y de clase y de continuidades dinásticas. (Por lo tanto, el celibato fue un mensaje de “no sexo” dirigido a los adinerados, ¡no a los pobres!) Consideremos, por ejemplo, a los famosos hermanos capadocios del siglo 4to, Basilio y Gregorio Niseno.

Ambos descendían de capadocios nacidos en clase alta y conocían con precisión “el poder de los antiguos, la urgencia cívica de acumular riqueza, de juntar a los parientes, y procrear descendientes”. Basilio y Gregorio sabían lo que era luchar contra tales impulsos. Era para controlar estos, y solo incidentalmente controlar los impulsos sexuales, que Basilio había dado detalladas reglas sobre la distribución de la riqueza, el abandono de las marcas del estatus, y códigos para la vestimenta que marcarían a sus “hermandades” monásticas. Gregorio, por su parte, reflexionó no sobre la tentación sexual, sino en la trágica raíz del orgullo, avaricia y honor familiar en la condición humana desde la caída. “Ambos creían que a través de la nueva y reformada vida social de la hermandad monástica, con individuos libres de las demandas de una sociedad convencional basada en la familia, se pudiera crear una sociedad cristiana en miniatura en las afueras de la ciudad. El mayor esfuerzo de las ‘hermandades’ sería menos acerca de controlar la sexualidad en unos pocos…que en crear un ejemplo de la administración de recursos a la luz de las necesidades de los pobres. Ellos deseaban abrir los corazones de un pequeño pueblo aristócrata de tal manera que el río de la caridad cristiana pueda fluir otra vez, desde las puertas de los ricos a las casuchas de los desposeídos”.

De manera similar, su (casi) contemporáneo Juan Crisóstomo, repicó las campanas con la tonada funeraria por la antigua ciudad de Antioquía en sus poderosos sermones. Su objetivo era privar a la ciudad de “su más tenaz mito –el mito de que sus ciudadanos tenían el deber de contribuir a la continua gloria de su nativa Antioquía contrayendo matrimonio. En lugar de eso, él repetidamente dijo a sus audiencias cristianas que sus cuerpos pertenecían a sí mismos, y ya no a la ciudad”.

La gran esperanza de Crisóstomo era la creación de una nueva forma de comunidad urbana a través de la reforma de la familia cristiana. “Los dos grandes temas de sexualidad y pobreza, gravitaban juntos, en la retórica de Juan y de muchos otros cristianos. En ambos temas se hablaba de una vulnerabilidad universal del cuerpo, por la que todos los hombres y mujeres eran responsables, independientemente del estatus cívico y de clase”.

Hombres y mujeres cristianos eran urgidos, por Juan, a “extender la intensificada consciencia de sus propios cuerpos para abrazar con compasión los cuerpos de otros. Ellos deben aprender a ver al pobre sin rostro como alguien quien comparte cuerpos como los suyos propios –cuerpos en riesgo, cuerpos carcomidos por la mordida del hambre, enfermedad y desposeimiento, y sutilmente devastados por la catástrofe común de la lujuria”. Aquí están entonces verdaderas narrativas de “Sexo en la ciudad”, muy diferentes a aquellas superficiales servidas por la televisión estadounidense para el consumo global.


Por Vinoth Ramachandra
8 de septiembre, 2019
Material Original: https://vinothramachandra.wordpress.com/2019/09/08/sex-and-climate-change/

El Dr. Vinoth Ramachandra es Secretario de Diálogo y Compromiso Social de la IFES. Vive en Sri Lanka. Este blog representa el pensamiento de Vinoth y tiene por fin ser un recurso para los movimientos de IFES para iniciar y modelar conversaciones sobre diferentes temas. El blog no pretende ser la voz oficial de IFES ni de CECE en las temáticas que trata.

Publicación traducida por Josué O. Olmedo Sevilla, quien junto a su esposa Ruth sirve en la Comunidad de Estudiantes Cristianos del Ecuador (CECE), movimiento universitario afiliado a IFES.