Queridos amigos, quiero confesar que mi época favorita del año es Navidad. Anhelo estas fechas para tener las lecturas de Lucas, encender las velas en la iglesia, hacer el calendario de adviento, escuchar la lista de reproducción que Willy arma, comer de las manos de mi mami y junto a mis hermanos y sobrinas disfrutar de una noche de karaoke.
Motivada por este blog, en familia hemos meditado en 1 Corintios 13:13: «Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor». Y como ya es mi costumbre, quiero desglosar este versículo y compartir breves reflexiones en torno a la Navidad.
Fe: Convicción en el nacimiento milagroso de Jesús
La concepción de Jesús es única e irrepetible en toda la Biblia. Incluso en Juan 1, la Navidad se resume con la frase: “El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”, si re imaginamos esta frase, yo respondo: ¡es de locos! Es la fe que da sentido a esta locura, es la que nos anima a mirar más allá de las circunstancias actuales y nos recuerda que la verdadera luz proviene de aquel niño en el pesebre.
Esperanza: El Resplandor de un Futuro Promisorio
Si nuestra mirada se enfoca solo en el presente, el futuro es poco prometedor. Sin embargo, si fijamos nuestra mirada en Cristo, este mismo futuro nos llena de esperanza. En la narrativa navideña, encontramos la esperanza encarnada en Jesús, quien vino a traer luz a un mundo en oscuridad. En medio de las adversidades, la esperanza nos motiva a seguir adelante, sabiendo que la luz de Cristo nunca se apaga.
Amor: La Máxima Expresión Encarnada
Y finalmente, el amor, la virtud que sobresale sobre todas las demás. En estas fechas, recordamos que Jesucristo es la máxima expresión de amor. Su nacimiento, vida, y sacrificio en la cruz son manifestaciones inigualables de un amor que trasciende todo entendimiento humano. En Navidad, nos sumergimos en la comprensión profunda de que el amor divino se hizo tangible en la forma de un bebé.
1 Corintios y el Evangelio de Juan: Un Vínculo Revelador
Al reflexionar sobre estas virtudes, nos sumergimos en el Evangelio de Juan, donde se revela la conexión profunda entre la enseñanza de Pablo y la vida de Jesús. El amor, representado en el sacrificio redentor de Cristo, se convierte en el hilo conductor que une los mensajes de ambas escrituras. En Juan 3:16, encontramos una síntesis perfecta de este amor: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna».
La Navidad nos recuerda que estas virtudes, la fe, la esperanza y el amor, trascienden las aulas y se convierten en un faro de luz en nuestro camino de misión.
De parte de toda la Comunidad de Estudiantes Cristianos del Ecuador, y en especial de Dirección Nacional, les deseo que estas virtudes sean tan visibles y tangibles en sus vidas, así como Jesús fue visible y tangible, hace más de 2000 años.
Guadalupe Muñoz
Lupita está casada con Willy y ejerce la maternidad con su sobrina Astrid y su hija Elena. Recientemente obtuvo una Maestría en Comunicación Organizacional. Es miembro activo de la iglesia Luterana Arca de Noé, donde lidera el Ministerio de Preadolescentes. En su tiempo libre, disfruta de los cangrejos y de hacer postres. Actualmente sirve como Directora Nacional de la CECE.
