La vida de José está llena de señales de ‘desvío’. En su camino encontró varios desvíos. Algunos provocados por su propio carácter, otros provocados por la mala fe deotros a su alrededor. Sin embargo, al encontrarse frente a las insinuaciones sexuales de la esposa de su amo, José se rehusó en primer lugar, y finalmente salió huyendo frente a las insistencias y acoso de esta mujer (Génesis 39.8,12). Usualmente no estamos acostumbrados a pensar en términos de acoso de una mujer hacia un hombre, pero esto es lo que sucedió. Ella es una mujer en una posición de poder y ventaja sobre José–era la esposa del capitán de la guardia del faraón–, que desde esa posición acosa sexualmente a José. El relato nos cuenta que ella se fijó en él y se sintió atraída por ser apuesto y de buena figura (39:6b) y le propone acostarse. Luego la intensidad aumenta pues ella insiste día tras día en sus insinuaciones y acoso (39:10), hasta que finalmente al final de una jornada de trabajo, aprovechando que no había otros esclavos en la casa, esta mujer cruza agresivamente un límite agarrando de la ropa a José y proponiéndole acostarse (39:11-12). La respuesta de José es rehusarse y salir huyendo. Aquí cabe el dicho “Mejor que digan aquí corrió que aquí murió”.

¿De dónde sacó José las fuerzas para rehusarse y huir? ¿Acaso de las virtudes morales de la cultura egipcia? Probablemente no. José tiene en frente a una mujer de la élite cultural egipcia que aprovechando de su posición no tiene empacho en proponerle acostarse. ¿Acaso de las virtudes morales de la cultura donde sus ancestros vivieron? Probablemente no. Ya vimos en un anterior artículo que la sociedad es valorada por Dios como corrupta, violenta y perversa.

¿De dónde sacó José las fuerzas para rehusarse y huir? ¿Acaso de las virtudes morales de sus ancestros? Seguro que no. Sus ancestros no son precisamente un ejemplo para seguir respecto a la ética ymoral en la sexualidad humana. Sus costumbres respondían a lo que era normal en la cultura circundante. Caín aparentemente se casó con una familiar cercana. Algunos descendientes varones de Adán tuvieron varias esposas. Noé experimentó un lapso moral que expuso su desnudez, su honra pública y aparentemente, deacuerdo con algunos comentaristas, fue piedra de tropiezo para su hijo menor quien se vio tentado sexualmente al ver desnudo a su padre. Abraham tuvo hijos con tres mujeres, y entre las dos primeras, Sara y Agar, la interacción fue tensa. Abraham expuso la integridad de Sara dos veces y se comportó pasivamente ante el maltrato de Sara a Agar. El faraón y el rey Abimelec tenían sus propios harenes. En la ciudad de Sodoma, “todos los hombres…viejos y jóvenes…”(19:5) intentaron tener relaciones sexuales con los visitantes hospedados con Lot. El remedio propuesto por Lot a esta turba es peor que la enfermedad: ofrece a sus vírgenes hijas “…para que hagan con ellas lo que ustedes deseen…” (19:8). Para completar el cuadro trágico de esta familia, las hijas de Lot buscando asegurar la continuidad de la familia y ante la dificultad de encontrar esposos, pues vivían apartados en una cueva, cada una en su momento deciden emborrachar a su padre, y así tener relaciones sexuales y quedar embarazadas de él.

Continuemos con esta curiosa y escandalosa historia. Isaac expuso la integridad de Rebeca en Guerar con una media verdad. Esaú trajo angustia al corazón de su madre al casarse con mujeres de otra nación. Jacob tuvo hijos con cuatro mujeres, y las relaciones entre ellas se caracterizaron por la rivalidad y la revancha. Diana, hija de Jacob, es violada por Siquén, autoridad local de la región vecina donde ella vivía con su familia. Rubén se acostó con Bilhá, concubina de su padre Jacob. Judá, otro hijo de Jacob, busca los servicios de una prostituta para saciar sus apetitos. Pero fue “por lana y salió trasquilado”, pues resulta que esta ‘prostituta’ realmente era su nuera Tamar. Esta sagaz mujer de manera encubierta engaña a Judá, logra tener relaciones sexuales y queda embarazada de él, para así reivindicar sus derechos a un esposo y descendencia de esta familia que Judá le estaba negando. ¡Por cierto, de esta unión nacieron mellizos!

En medio de todo este intenso, desordenado y dramático trasfondo, me pregunto: ¿de dónde sacó José las fuerzas para rehusarse y huir? ¿en dónde radicaban sus reservas morales para rehusarse y huir?

Ofrezco estas sencillas reflexiones:

Las reservas morales de José para rehusarse y huir se alimentan de conocer sus fronteras. José le dice ala esposa de Potifar que su amo le ha dado todas sus posesiones para que las cuidara. Esto es entender las fronteras o límites en positivo.  Él sabe en qué ámbitos puede moverse con libertad. José también le dice a esta mujer que lo único que le ha sido negado es justamente ella por ser esposa de su amo. Esto es entender las fronteras o límites en negativo. Él sabe qué ámbitos le son restringidos. Aquí José está bien sintonizado con la voz orientadora del Señor en el jardín del Edén: “Puedes comer libremente de cualquier árbol en el jardín, pero no debes comer del árbol del conocimiento del bien y del mal…” (2:16-17, énfasis mío). Muchas opciones en positivo, una sola restricción. Como cristiano soltero o casado, o soltero en alguna relación sentimental o no, te animo a empapar del evangelio tus fronteras en el área de la sexualidad. Las Escrituras te guían y la sabiduría de hermanos mayores en la fe orienta.

Las reservas morales de José para rehusarse y huir se alimentan de su amor por Dios y por su prójimo. En su interacción con la mujer de Potifar, José plantea esta pregunta retórica: “¿Cómo puedo yo hacerle a él algo tan malo y cometer un pecado ante Dios?” (39:9). José tiene en mente a su amo y a Dios. José le hace frente a este dilema ético considerando el máximo bienestar de Potifar y su relación con el Creador. José atesora y aprecia por sobre sus apetitos el bien de su amo y su relación con Dios. Esta porción del relato tiene ecos con Deuteronomio, Levítico y los evangelios donde se nos anima a amar a Dios con todo lo que somos y tenemos, y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Como cristiano soltero o casado, o soltero en alguna relación sentimental o no, te animo a empapar del mandamiento más importante tus relaciones interpersonales y tu sexualidad, de tal manera que tus deseos y apetitos sexuales y sentimentales—parte de la buena creación de Dios, por cierto—se ubiquen donde les corresponde y no superen buscar el bien de tu prójimo y la armonía de tu relación con el Señor.

Las reservas morales de José para rehusarse y huir no lo volvieron inmediatamente exitoso. El resultado de rehusarse y huir no fue la entrega de un galardón a la integridad moral. Al contrario, José enfrentó una acusación falsa de violación, la pérdida de su trabajo y confianza del amo, y ser injustamente encarcelado. Decisiones inspiradas en el evangelio respecto de nuestra sexualidad no nos volverán populares, particularmente en el presente clima de pluralidad. Por otro lado, decisiones alejadas del evangelio en esta área traerán significativo dolor y confusión. ¿Qué mantuvo a José en estas circunstancias? La presencia del Señor. Repetidamente en este relato se nos recuerda que “…el Señor estaba con José…”, en los momentos de bonanza y en los tiempos de pérdida.

Las reservas morales de José le permitieron escribir una historia diferente en su vida. Imagino que dado el trasfondo de la cultura donde estaba y el trasfondo de conducta de sus ancestros, para José hubiera sido muy fácil ceder a las insistentes insinuaciones de la esposa de Potifar. Pero no. José decide en contracorriente. Una lección de esto es que podemos decidir diferente a lo que nuestro contexto e historia familiar dictan como normal en el área de la sexualidad y en otras. En la gracia de Dios en Cristo, en el poder del Espíritu Santo, y a la luz de la revelación en las Escrituras podemos ver ciertas conductas y valorarlas como perjudiciales y orientar nuestras vidas de manera diferente. El contexto cultural y la historia familiar tienen su peso y fuerza indiscutible, pero no somos víctimas fatales de estas, podemos empezar a vivir diferente. Al respecto, José fue diferente que su hermano Judá, diferente a su hermano Rubén, diferente a su papá Jacob. José no fue perfecto, sus fisuras vienen por otros lados, pero podemos aprender de él en esta área. Te animo a considerar escribir diferentes capítulos en tu vida respecto de tu sexualidad, o redimir aquellos que ya salieron mal.