Sí. Abraham mintió. No es una cita textual del relato bíblico acerca de su vida, pero lo que es cierto es que dos veces se registra que Abraham mintió. O, para ser más precisos en cada ocasión dijo una media verdad para salir de un apuro. Algunos estudiantes de la CECE admitieron usar la mentira para salir al paso de ciertas situaciones, según lo vimos en el ejercicio ‘¿Dónde está tu hermano?’ en el Campamento Nacional de este año. Con algo de humor uno podría decir que esta costumbre se remite hasta nuestros ancestros espirituales puesto que Abraham–amigo de Dios y padre de la fe (Santiago 2:23; Romanos 4:11)—mintió para salirde un apuro; pero ya podemos suponer que no es algo que deberíamos imitar. Las medias verdades son recurso frecuente en el mundo de la política real –la politiquería, como prefiero llamarla. “No hay pruebas que demuestren de lo quese me acusa…”, dice el funcionario o funcionaria, pero no les escuchamos decir“…no lo hice, soy inocente, son acusaciones falsas…”. En efecto no hay pruebas porque el delito se acerca a ser el ‘crimen perfecto’, en algunos casos.

La primera vez que Abraham miente para salir al paso se registra en Génesis 12:10-20. En esta ocasión él y Sara se dirigieron a Egipto para conseguir comida y sobrevivir a una hambruna. Abraham le dice a Sara: “Por favor di que eres mi hermana, para que gracias a ti me vaya bien y me dejen con vida”. El patriarca se apoyó en una ‘tecnicalidad’: en efecto la atractiva Sara es la hermana de Abraham puesto que son hijos del mismo padre, pero no de la misma madre. Las costumbres de la época permitían que alguien se casara con familiares cercanos. Lo que el patriarca decidió ocultar es que también era su esposa. Una media verdad para salir de un apuro.

La segunda vez que Abraham miente para salir al paso se registra en Génesis 20. Esta vez la pareja estaba en Gerar, y mientras vivían allí “…Abraham decía que Sara su esposa era su hermana…”. Es más, mientras da explicaciones al indignado rey Abimélec acerca de esta media verdad, el patriarca admite paladinamente lo siguiente: “Cuando Dios me mandó dejar la casa de mi padre y andar errante, yo le dije a mi esposa: ‘Te pido que me hagas este favor: Dondequiera que vayamos, di siempre que soy tu hermano’”. Parece que era un hábito en Abraham usar medias verdades para salir de apuros.

Un par de sencillas reflexiones sobre el asunto:

Malos hábitos como mentir son expresión de nuestra carencia de fe. Es interesante notar que Abraham y Sara se dirigen a Egipto en el contexto de una hambruna motivados por su sobrevivencia, pero el relato no nos dice que este viaje fuera un mandato de Dios. Al principio del capítulo 12 Abraham es llamado a dejar su tierra y parentela para unirse al proyecto de Dios de bendecir a las naciones; incluso recibe la promesa de Dios de que lo acompañaría protegiéndolo –bendeciría a quienes lo bendigan, maldeciría a quienes lo maldigan. El proyecto de Dios está en riesgo por la hambruna. Abraham entonces decide irse a Egipto. No se registra la dirección de Dios, sino solo la iniciativa del patriarca frente a una crisis. Uno entonces se pregunta si esta iniciativa respondía más a la intención de Abraham de resolver el problema únicamente en sus fuerzas y creatividad que a la confianza en Dios y su intervención. Es posible que Abraham careció de fe en estas circunstacias. Te invito a pensar seriamente si tu hábito de mentir para salir de apuros es expresión de una falta de fe en el Señor para sostener el proyecto al que te ha llamado.

Malos hábitos como mentir son expresión de nuestros temores. En las explicaciones que Abraham ofrece al faraón de Egipto y al rey de Gerar, él reconoce que usaba esta media verdad pues temía por su vida. Temía que si decía la verdad completa –que Sara era también su esposa—su vida quedaría a merced de las poderosas autoridades locales, quienes posiblemente lo matarían para así quedarse con su atractiva mujer. Este punto está vinculado con el anterior. Nuestra falta de fe hace que nuestros temores, fundados o infundados, se agudicen. Una vez exacerbados nublan nuestra visión de lo que Dios podría hacer por preservar y proteger nuestra vida. Abraham había recibido la promesa de que Dios lo protegería: bendeciría a quienes lo bendigan y maldeciría a quienes lo maldigan. ¿No era suficiente? Pero claro, ya está primero el hecho de que salió a Egipto sin el consentimiento de Dios, producto de su desconfianza en la capacidad del Señor de sostener su proyecto, ahora se añade la desconfianza en la capacidad del Señor de sostener su palabra protegiendo su vida. Te animo a discernir en cómo posiblemente tus temores están opacando tu fe en la palabra del Señor.

Malos hábitos como mentir ponen en peligro a la gente a nuestro alrededor. Se puso en peligro a Sara. Los relatos de Abraham y Sara en Egipto y Gerar dan cuenta que en estas dos ocasiones la integridad de Sara estuvo en peligro. La hermana y esposa del patriarca es llamada ‘mujer’, lo que indica que fue valorada más como un objeto que como persona. Como resultado de esto fue tomada en ambos eventos como parte del harén de estos gobernantes. Se supone que Abraham debería buscar proteger a Sara, pero ocurrió todo lo contrario. En ambas situaciones Dios interviene para salvar a Sara. Se puso en peligro al faraón, al rey y a sus pueblos. Dios interviene para salvar a Sara con una plaga en Egipto y con un fuerte llamado de atención y advertencia a Abimélec. Se supone que Abraham debería ser una bendición para las naciones, pero lo que hace es ponerlas al borde del juicio de Dios. Finalmente, aparta tiempo para reflexionar como tu hábito de mentir para salir del apuro está poniendo en peligro a la gente a tu alrededor.

Sí. Abraham mintió. Pero ese hecho daba cuenta de su carencia de fe y temores que pusieron en peligro la vida de personas y pueblos.