Un discípulo es un aprendiz. Somos aprendices de Jesucristo. Aprendices del camino del Jesús. En esta ocasión quiero compartir con ustedes algunos hallazgos acerca del ser discípulo/a y del discipulado que el texto de Apocalipsis 12 nos da a conocer. No voy a explicar en detalle el texto, si tienes curiosidad por conocer más del contexto puedes ir a este link. Lo que voy a hacer es resaltar lo que este dice sobre el ser discípulo/a y el discipulado. Les sugiero que tomen sus Biblias y lean el texto de Apocalipsis 12. 

He predicado sobre Apocalipsis 12 cuatro veces en estos últimos 8 meses. Y en la preparación de estas exposiciones he ido encontrando descripciones del discípulo y el discipulado que creo urgentes resaltarlas. No sólo resaltarlas, como nueva información en nuestras cabezas; sino fundamentalmente nutrir nuestro seguimiento de Jesús con estas verdades. Juan de Patmos, autor del libro de Apocalipsis, no nos está contando algo nuevo, pero afirma verdades conocidas con imágenes. 

A la luz de Apocalipsis 12, Juan de Patmos nos dice lo siguiente. 

Un discípulo/a es aquel que ha triunfado sobre el maligno y sobre el mal gracias al poder del evangelio y gracias a la muerte de Jesucristo en la cruz (12:11a). 

Juan de Patmos no nos cuenta nada nuevo. Se encarga de recordarnos lo que las Escrituras en el Antiguo y Nuevo Testamento ya afirman: somos salvados de la muerte por la gracia de Dios en Cristo. En la imagen de Apocalipsis 12 se pinta a un dragón furioso intentando devorar a un niño que está por nacer y ahogar a la mujer, madre del niño. El escritor nos comunica que Satanás está intentando devorar al Señor y a sus discípulos. Vivimos nuestro seguimiento de Jesús bajo amenaza de muerte, pero hemos vencido al maligno y al mal gracias al poder del evangelio y gracias a la muerte de Jesucristo en la cruz. 

Este triunfo nos habilita para vivir con integridad. La lógica del maligno y del mal es des-integrar. La lógica de Jesús y su evangelio es re-integrar. En el proceso de ser re-integrados somos llamados a dar testimonio del evangelio viviendo íntegramente. Les planteo esta pregunta para su reflexión y posterior acción: ¿cómo debería mostrarse la integridad de los estudiantes cristianos en la Universidad? 

Un discípulo/a es aquel que atesora y prioriza su lealtad por Jesucristo más que su propia vida (12:11b) 

Juan de Patmos no nos cuenta nada nuevo. Se encarga de recordarnos lo que los escritores de Nuevo Testamento ya afirmaron: dejar las barcas y seguir a Jesús para ser partícipes y colaboradores en su misión. Esto siempre cuesta la vida. A veces literalmente se entrega la vida, como en el caso de los y las mártires y de la iglesia perseguida alrededor del mundo. Pero la constante de todo discípulo/a al seguir a Jesús es que uno siempre está invirtiendo y gastando su vida. Y esto es doloroso. “…si un grano de trigo no cae en la tierra y muere, sigue siendo el mismo grano”, nos dice el evangelista Juan (Jn 12:24). Este caer en la tierra y morir puede tomar diferentes formas. Por ejemplo, por atesorar y ser leal a Jesús muero a un amor o romance. Por atesorar y ser leal a Jesús muero a una oportunidad. Por atesorar y ser leal a Jesús muero a ciertas aspiraciones profesionales o académicas. Pero el Señor a su manera y en su tiempo honra estas muertes, estas renuncias. El evangelista Marcos nos recuerda que Jesús dijo: “Les digo la verdad: todo el que dejó casa, hermanos, hermanas, mamá, papá, hijos o tierras por mí o por mi mensaje recibirá cien veces más de lo que dejó”. Y lo primero que ya recibimos es a Cristo, quien es el mejor regalo de parte de Dios. Dios en Cristo se da a sí mismo a nosotros. Cristo ya es nuestras “cien veces”, fundamentalmente. Les planteo una segunda pregunta para su reflexión y posterior acción: ¿cómo debería mostrarse la lealtad a Cristo de los estudiantes cristianos en la Universidad? 

Un discípulo/a es aquel que cumple los mandamientos de Dios (12:17b) 

¿Se dan cuenta? Juan de Patmos no nos cuenta nada nuevo. Se encarga de recordarnos lo que los escritores de las Escrituras ya afirmaron: cumplir las orientaciones de Dios para desaprender lo malo y aprender lo bueno, modelando así la vida plena de Dios en un contexto específico. Los mandamientos de Dios están para formar nuestras vidas como individuos y comunidad según el diseño de Dios para su creación y criaturas. Este no es el espacio para desarrollar el concepto y puesta en práctica de los mandamientos y leyes bíblicas. Habrá oportunidad para hacerlo en los siguientes meses. Sin embargo, imaginemos por un momento qué pasaría si cumpliéramos los mandamientos con más entusiasmo.  

¿Qué efectos sociales se produciría si cumpliéramos con “no recolecten todas las uvas de sus viñedos ni recojan las que se caigan al suelo, déjenlas para el pobre y el inmigrante…” (Lev 19.10)? ¿Qué efectos sociales se producirían si cumpliéramos con “sean justos al impartir justicia y no muestren favoritismo por el pobre ni por el poderoso” (Lev 19.15)? ¿Qué frutos sociales con “No maltraten al inmigrante que viva entre ustedes. Trátenlo como a un ciudadano más y ámenlo como a sí mismos, pues ustedes fueron inmigrantes en Egipto; porque yo soy el SEÑOR su Dios” (Lev 19.33-34)? ¿De qué transformaciones seríamos testigos con “No cometan fraude en las medidas de longitud, peso y capacidad.  Usen  balanzas, pesas y medidas justas…” (Lev 19.35-36)? Eso por mencionar sólo cuatro de Levítico 19. Estos son mandamientos en contra de la codicia y a favor del pobre, en contra de favoritismos en procesos judiciales; a favor de los desplazados; a favor de negocios justos.  

Les dejo esta pregunta para su reflexión y acción: ¿cómo se mostraría el cumplir los mandamientos de Dios—modelar la vida de Dios para el mundo—para los estudiantes de la CECE en la Universidad? ¿Habrá algún mandamiento al cual como individuo o como comunidad debamos prestarle especial atención para abanderar alguna causa? ¿no robar, no mentir, vender todo y dárselo a los pobres, no codiciar, cuidar y cultivar la tierra? La CECE ha venido abanderando un mandato en especial en el último año y medio: cuidar y cultivar la tierra, y lo que esto significa en la Universidad. ¿Habrá que abanderar otro mandamiento y expresarlo creativa y misioneramente en la U? Una nota: somos llamados a cumplir los mandamientos y a animar a que otros los hagan (Lev 19:17), pero no somos llamados a convertirnos en la policía de nuestros hermanos en la fe o amigos. 

Un discípulo/a es aquel que sigue dando testimonio sobre Jesús (12:17b) 

Una vez más, Juan de Patmos no nos cuenta nada nuevo. Se encarga de recordarnos lo que Jesús ya afirmó: “vayan y hagan seguidores en todas las naciones” (Mt 28.18), “Vayan por todo el mundo y anuncien la buena noticia de salvación a toda la gente (Mc 16.15), “Pero cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán poder. Serán mis testigos en Jerusalén, en toda la región de Judea, en Samaria y en todo el mundo” (Hechos 1.8), “La paz sea con ustedes. Así como me envió el Padre, yo también los envío a ustedes” (Juan 20.19). Somos llamados a dar testimonio de lo que Dios ha hecho en Cristo por el mundo. Somos llamados a dar testimonio de lo que Dios ha hecho en Cristo por nosotros. Somos llamados a dar testimonio de lo que Dios en Cristo para la renovación de todas las cosas. Somos llamados a dar testimonio de las nuevas fuerzas y energías de la nueva creación. La última pregunta, ¿cómo debería mostrarse el dar testimonio de Jesucristo en sus universidades? 

Cuatro son las palabras claves del discipulado a la luz de lo reflexionado: INTEGRIDAD, LEALTAD, MODELO, TESTIGO 

Esto es lo que queremos para los discípulos de Jesucristo que por ahora temporalmente y circunstancialmente el Señor los ha llamado a esta comunidad, la CECE. Esto es lo que queremos para los líderes estudiantiles, coordinadores, asesores y miembros de la Junta. 

Nuestra expectativa es que nuestras vidas como individuos y como comunidad vayan tomando esa forma de ser discípulos y de discipulado: triunfo sobre el maligno y sobre el mal, priorizar nuestra lealtad por Jesucristo, cumplir los mandamientos de Dios y dar testimonio sobre Jesús. Para tal fin el Señor ha dispuesto de todo talento y recurso necesario: tenemos al Dios trino, la comunidad divina: Padre, Hijo y Espíritu Santo; tenemos las Escrituras y la oración; y nos tenemos los unos a los otros. 


Nota: Esta reflexión homilética fue presentada originalmente en el Evento de Formación de Estudiantes, Riobamba, 23-25 de agosto, en el contexto del cierre del evento.