El libro de Hechos está lleno de personajes fascinantes. Hoy presentamos la primera entrega de una serie de blogs, en los que descubriremos más de sus vidas. A propósito del día de la mujer, que se conmemora el 8 de marzo, conoceremos a Lidia.

La vida de esta mujer es mencionada brevemente en Hechos 16. Sus acciones y palabras representaron hitos en la historia de la iglesia primitiva que, si nos detenemos a estudiar minuciosamente, nos daremos cuenta del gran impacto que tuvo en su comunidad.

Para empezar, ¿quién era Lidia? Lidia no era judía, sino gentil, de la ciudad de Tiatira en la región actual de Turquía. Mas, se encontraba en Filipos cuando conoció a Pablo, una colonia romana muy importante en el distrito de Macedonia, en el actual continente europeo. Es posible que Lidia residía allí por negocios, porque vendía telas de púrpura. Este detalle nos revela que ella tenía una buena posición económica.

Después, ¿qué estaba haciendo Lidia? Pablo y sus acompañantes salieron fuera de la ciudad, esperando encontrar un lugar de oración donde se reunieran los creyentes. Ellos esperaban encontrar una sinagoga1, pero los creyentes se reunían al aire libre, junto al río para los ritos de purificación. Allí, junto a otras mujeres, estaba Lidia quien había ido para participar del culto judío, para buscar a Dios y conocer la verdad. “Mientras escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo (v. 14). Así, Lidia se convirtió en la primera mujer en Hechos, mencionada por su nombre como discípula de Jesús.

La transformación de Lidia es impresionante. Fue bautizada, junto con su familia, proclamando públicamente su fe en Jesús. Además, invitó a los misioneros a hospedarse en su propiedad. De esta forma, Lidia puso “a disposición del Reino de Dios no solamente su vida y su familia, sino también su casa y sus posesiones materiales”.2 También, Lidia permaneció en Filipos como una líder influyente de la iglesia.

¿Qué podemos aprender de la vida de Lidia? En primer lugar, podemos imitar su ejemplo. Quien era Lidia, el lugar donde estaba, lo que hacía y lo que tenía, no fueron limitantes para ser discípula de Jesús. Al contrario, todos estos elementos la llevaron a escuchar el mensaje de Jesús, permitir que transforme su vida e influya en todos quienes estaban a su alrededor. Esto nos invita a preguntarnos: ¿cómo puedo poner a disposición de Dios lo que soy, en donde estoy, lo que hago y lo que tengo?

En segundo lugar, es importante notar el rol de los misioneros en esta historia. Pablo y sus acompañantes fueron a predicar el mensaje del Evangelio fuera de Jerusalén. Ellos pensaron primero en ir a otros lugares. Fueron a Asia, Misia y Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió (v. 7). Entonces, por una visión, Pablo recibió el mensaje de dirigirse a la región de Macedonia. Lo curioso es que, en la visión, un hombre macedonio es el que le pide ayuda, sin embargo, cuando llegan a la comunidad de Filipos, se encontraron con un grupo de mujeres. El Espíritu Santo los guió allá. El Espíritu trabajó tanto en la vida de los misioneros, para no dejarse llevar por los prejuicios sociales sobre las mujeres y los gentiles; así como en la vida de Lidia, al abrir su corazón al mensaje del Evangelio y responder inmediatamente. El Espíritu Santo es el que entrelaza la diversidad social para la gloria del Reino de Dios. Aquí caben las siguientes preguntas: ¿qué barreras sociales necesito cruzar para alcanzar a otros con el poder del Evangelio? ¿cómo puedo ser más sensible a donde el Espíritu me guíe?

La vida de Lidia nos deja grandiosos aprendizajes para hombres y mujeres. Su búsqueda por Dios y su fe en Él, la llevó a la trasformación de su vida y de su entorno. Su conversión fue un testimonio de que el Evangelio también estaba destinado para las mujeres y los gentiles, grupos marginados de la sociedad. Lidia se muestra como ejemplo de empresaria y líder de la iglesia que puede ser usada por Dios en su misión aquí en la tierra. Esta historia celebra a todas las mujeres seguidoras de Jesús. Nos anima a que, lo que somos, donde nos encontramos, lo que hacemos y lo que tenemos, puede ser dedicado al avance del Reino y tener un gran impacto en la sociedad. Asimismo, nos insta a ir a donde el Espíritu nos guie y hacer espacio en la familia y misión de Jesús para las personas marginadas de nuestra sociedad, incluidas las mujeres y los extranjeros.

Referencias

  1. Biblia Dios Habla Hoy (1994)
  2. Acosta M. et al. (2019). Comentario Bíblico Contemporáneo. Editado por C. René Padilla. Buenos Aires: Certeza Unida.
Wendy Panchi

Wendy Panchi

Seguidora de Jesús, latina e internacionalista. Me gradué en la Universidad San Francisco de Quito en 2020, donde conocí a la CECE. Ahora trabajo como Asesora Junior con la UCE ciudadela y USFQ. Estoy cursando una maestría en FLACSO. En mi tiempo libre salgo a caminar, escucho música y leo libros. Tengo un blog personal: Notas sobre la Biblia.